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miércoles, 15 de febrero de 2012

Ciento once años, miles de historias y un sólo corazón.

Las canciones al igual que los olores son capaces de transportarte en el tiempo. Son como una descarga que te coloca automaticamente en un instante pasado, recuerdos buenos o malos cuando la memoria no es selectiva, pero hoy hablemos de los buenos. Siempre recuerdo con nostalgia esa canción de "Una pelota de trapo..." cantada por un niño, la versión "clásica" del mismo tema que fue versionado después. Oír esa canción hace que me traslade a 1987 cuando fue la primera vez que pisé el Alejandro Villanueva, sobre eso ya he escrito y contado bastante, hoy quiero dedicarle este post al aniversario 111 del Club Alianza Lima, el mismo club que se encuentra en su hora más difícil, navegando sin rumbo fijo en un océano de incertidumbre y con un olor a pólvora y motín en las inmediaciones del barrio de Matute. No voy a mencionar nombres porque no lo merecen en este día. Valen muy poco como personas para incluirlos en una celebración, que si bien es cierto y ya he señalado no está en el mejor de las situaciones siempre será motivo de alegría para los íntimos de sentimiento, para ese mar humano de aliancistas de corazón que siempre tenemos lugar para una sonrisa, para un "¡arriba Alianza!", para una camiseta azul y blanco y para una anécdota que nos una en torno a ella en un almuerzo, una tarde de caminar o una noche de cervezas infinita.
Es que Alianza es eso: es camaradería, es intimidad, es el ser humano mismo que no claudica ante la adversidad así venga y te ataque por la espalda. Alianza se ha caído y levantado miles de veces, la misma muerte cobarde nos ha sabido golpear, pero ni la muerte nos ha podido vencer. Aquí estamos y somos miles, millones, por todo el mundo, donde sea que hay peruanos entre estos siempre habrá un grone de corazón, orgulloso de sus 111 años de vida y con la esperanza en el pecho. Preguntale a un grone que esté en la treintena cómo fueron los años noventa, va a sonreir y te va a decir que fue difícil, pero jamás abandonamos al equipo, donde directivos y jugadores fallaron los hinchas pusimos el pecho, como hasta hoy.
Muchos nombres de jugadores, muchas imágenes, miles de recuerdos, millones de historias, incontables leyendas en torno a los colores azul y blanco.
Así el recuerdo ya imborrable de mi primera visita a Matute, de cuando tenía diez años y salí niño para volver aliancista, distinto al resto, diferente a los demás, orgulloso de unos colores hermosos, con esa mismo ilusión y alegría de cada vez que me pongo la camiseta, eso es Alianza. Eso es pensar Alianza. Eso es sentir Alianza.
A pesar de todo siempre, hincha aliancista, habrán motivos de alegría que pulvericen los malos recuerdos, porque más allá de campeonatos sabemos que Alianza Lima es patrimonio de una nación, un bien intangible que defendemos y amamos, como una patria, como un ideal, un sentir hecho bandera, una camiseta hecha escudo y estandarte de paz, un motivo para vivir y no matar.
Una excusa para compartir rodeado de gente amiga.

Y que los cumplas feliz, querido y viejo Club Alianza Lima. Héroe de mil batallas.

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