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viernes, 17 de abril de 2009

El negro ke mvrió dos veces.


El vltimo sábado 11 de abril se cvmplió vn año más de la mverte de Don Carlos Alejandro Villanveva Martínez o simplemente Mangvera para los ke hemos crecido oyendo y leyendo historias, en mvchos casos mezcladas con lo fantástico, pero ke sin esa fantasía dejarían de tener esa emoción ke tienen los cventos. Lo sigviente lo eskribió Gvillermo Thorndike el año pasado meses antes de morir, vna historia corta pero alvcinante sobre los vltimos momentos del Maestro Villanveva.
Yo la verdad no me la sabía, pero aveces es bveno demorar en encontrar las cosas bvenas, así se disfrvtan mejor. Ya hablé demasiado, disfrvtenlo y Arriba Alianza.

(Por Guillermo Thorndike. Escritor y periodista)

"Abril de 1944. Y todo verdaderamente para qué. Hace siete años perdía a un hijo. Ahora la bebita se extingue, seis meses con fiebre, sin que los doctores sepan decir otra cosa que "espere usted, confiemos en Dios". Ni siquiera el cuerpecito calenturiento aferrado a su cuello lo acompaña a dormir en estas noches de abril, ni a veces alcanza el aire para dar unos pasos con prisa, ni escriben ya de él en los periódicos, ni Alianza Lima es más su propio club, ni nada parece tener sentido aquí, en la sala Santa Rosa del hospital Dos de Mayo, mientras está tumbado y siempre despierto, siempre inconcluso, tan alerta en la resonante penumbra de un pabellón de tuberculosos. Había nacido en el callejón Santa Rosa. Ahora moría en un pabellón con el mismo nombre.
Aun ahora, apenas vivo a los 35 años de edad, todavía es Alejandro Villanueva. Pulcro y alto, vestido como un inglés, alto como un zulú, el más importante de todos para el pueblerino corazón de los obreros de La Victoria, de Lince y Abajo el Puente.
Respiraba con lentitud. Por el pellejo empujan sus huesos. Se han hundido sus ojos tan brillantes.
--¿Qué fecha estamos, negra?
--Diez de abril, Alejandro, todo el día.
Hace quince días que Alejandro Villanueva y Rosa Falcón se casaron en este mismo hospital. Juanito Valdivieso, Adelfo Magallanes, Lolo Fernández y Julio Cisneros fueron sus testigos. Los tuberculosos de la sala Santa Rosa ofrecieron un agasajo. Don Alejandro quiso mandar por una botella de champaña. Pero el médico de turno se opuso. Villanueva no debía beber alcohol.
Eran las cinco y media. Rosa lloraba sin saber por qué cuando salió del hospital Dos de Mayo. Encargó a la bebita al cuidado de su suegra. De regreso al hospital, Alejandro había cambiado de opinión.
--Rosa, ven . Negra, no te quedes. Anda a descansar. ¿A qué hora vienes mañana?
Clareaba el 11 de abril cuando Rosa salió corriendo del callejón. Pasó la esquina de la comisaría: ni un ómnibus, nada. Trotaba, llorando, desde La Victoria a los Barrios Altos, cuando apareció una carcocha. ¡Señor, por favor, lléveme al hospital Dos de Mayo!
Goyo --su hermano-- salía con la monjita de la sala Santa Rosa. Nada más movió la cabeza y se pasó un índice por la garganta. Rosa aulló desde las entrañas: "¡No puede ser, no puede ser!".
A las seis de la mañana dieron por muerto a Alejandro Villanueva. Le cubrieron el rostro con una sábana. Dentro de un rato se lo llevarían al mortuorio.
Rosa lo destapó. Entonces el supuesto difunto abrió los párpados y comenzó a llorar.
--¡Alejandro, acá estoy!, negro! (Me miraba, me miraba y sus lágrimas le caían). ¡No te vayas, no me dejes! (Seguía llorando. Poco a poco fue cerrando sus ojos. Yo me prendí de él. Atrás mío entró el enfermero. Goyo también vino. Me lo quitaron.)
A las siete y catorce minutos de la mañana del 11 de abril de 1944, un médico extendió el certificado de defunción.
'Manguera', don Alejandro, acababa de hacer su última jugada de caracol. Había muerto dos veces."

3 comentarios:

Al Chopin dijo...

Una vez más confirmamos que los ídolos son de carne y hueso y que el drama que viven por dentro de alguna se ven socavadas por la "alegría" que desprenden en la cancha.

Hoy vemos como jugadores de antaño -y no sólo del cuadro aliancista- viven en la miseria y en el olvido viviendo de los recuerdos y de que en un pasado fue mejor.

Soy de los que piensa que nunca ganamos nada internacionalmente, pero es bueno cuidar a quienes dieron las mayores alegrías a nuestro equipo preferidos.

El maestro Shane dijo...

De acverdo contigo, mvchos de esos jvgadores dieron todo y no recibieron nada. Seria ocioso recordar los casos, lo vnico ke nos keda a los verdaderos hinchas es tratar de revertir esa "amnesia" enseñando a los demás a ser agradecidos.

Alvaro Vidal dijo...

Dios te guarde eternamente allá en el cielo blanquiazul querido Manguera, idolo de idolos, inigualable crack que no necesitó llegar a viejo para ser llamado MAESTRO!